Ronaldo Urruti, el último gaucho.

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Recorriendo unos 20 kilómetros de tierra desde el Km 72 de la Ruta 3, hacia la localidad de Gobernador Udaondo, en el límite entre el Partido de San Miguel de Monte y el Partido de Cañuelas, se encuentra una antigua tierra de frontera donde en 1771 se estableció la llamada Guardia del Juncal. https://lacacia.com.ar/

Ronaldo Urruti, dueño de esas tierras por más de treinta años, en 1997 las donó a la Municipalidad de Cañuelas para la creación de un museo.

El pasado mes cinco se concretó el homenaje a Urruti con la imposición de su nombre al camino rural que lleva a la antigua Guardia. Compartimos una reseña sobre Ronaldo Urruti, escrita luego de su muerte, ocurrida el 24 de noviembre de 2019.

Reciente cartel que señala la calle Ronaldo Ellecer Urruti, que conecta el llamado camino del Gasoducto con la Guardia del Junca

J.M.R.

Ronaldo Ellecer Urruti nació en 1939 en el pueblo de Junín, pero desde chico se instaló en Cañuelas en la zona de La Noria. Tempranamente aquerenciado a la forma de vida en la pampa, en la década del ’60 termina comprando en Udaondo los campos de la Guardia del Juncal, donde en 1771 se había creado la primera línea de frontera contra el indio.

La vivencia permanente, su pasión y los estudios formales (profesorado de folklore) hicieron de Ronaldo un guardián, un cultor y luego un difusor de la identidad gaucha. En la década del 90, en parte apoyado por la Municipalidad, recorrió Europa y llevó hasta la recóndita Rusia lo argentino. En momentos del naciente Mercosur se instaló en Río Grande do Sul, que ya conocía, donde convivió con los gaúchos, y fue partícipe del intento de hacer de Cañuelas una ciudad gemela y de intercambio cultural con otra del sur de Brasil.

Además de sus destrezas como bailarín, Ronaldo Urruti fue recopilador de historias. Muchas de las cuales puede leerse en la sección bonaerense de la compilación Cuentos y leyendas populares que realizó Berta Vidal de Battini. También recitador y hacedor de versos, que merecerían publicarse como algo más que una exploración literaria:

Almacén, no queda una
en los campos de por ahí
se ha cerrado lo Garay,
Las Palmitas, La Fortuna,
Y cuanta pena da ¡ay juna!
El boliche de Jamardo,
Que hoy está para resguardo
De variadas alimañas:
Murciélagos, arañas
Y tapado por los cardos.

En 1997 Ronaldo Urruti donó las tierras de la Guardia del Juncal en Gobernador Udaondo a la Municipalidad de Cañuelas, que en 2006 la legislatura bonaerense declaró Reserva Natural, las que hoy continúan en estado de abandono.

Recientemente había sido entrevistado para el libro Gauchos y gaúchos de Guillermo David, realizado por la Biblioteca Nacional, que da cuenta de la supervivencia de una forma de vida en Argentina, Uruguay y sur de Brasil. Eso fue Ronaldo, un superviviente, de todas las maneras en que una persona puede serlo, porque lo hizo desde una cultura en su sentido máximo (el mínimo es el que nosotros usufructuamos, en un sentido estético, interesado, festivo). De ahí que el folklore estudie las supervivencias, según Carlos Vega.

Ronaldo contaba la anécdota de cómo lo conoció al gran musicólogo argentino. En un encuentro en Capital Federal, donde varias escuelas de folklore mostraban lo suyo, alguien le señaló a Carlos Vega la presencia de un cañuelense: “allá hay uno que dice ser su coterráneo”, le dijeron. Vega apenas inclinó la cabeza, lo ignoró olímpicamente. Los bailes se sucedieron y le tocó al grupo de Urruti, quizás un gato, una huella, un malambo, no sabemos. Finalizada la muestra, Vega se acercó sonriente con la mano extendida: “ahora sí, mi coterráneo”.

Fotografía de Ronaldo Urruti: Christian Grosso.