Murió Ronaldo Urruti, el último gaucho

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(Por Juan Manuel Rizzi) Falleció ayer lunes 25 de noviembre producto de una complicación pulmonar. Sus restos serán inhumados en la Guardia del Juncal.


J.M.R.

Ronaldo Urruti nació en 1939 en el pueblo de Junín, pero desde chico se instaló en Cañuelas en la zona de La Noria. Tempranamente aquerenciado a la forma de vida en la pampa, en la década del ’60 termina comprando en Udaondo los campos de la Guardia del Juncal, donde en 1771 se había creado la primera línea de frontera contra el indio.

La vivencia permanente, su pasión y los estudios formales (profesorado de folklore) hicieron de Ronaldo un guardián, un cultor y luego un difusor de la identidad gaucha. En la década del 90, en parte apoyado por la Municipalidad, recorrió Europa y llevó hasta la recóndita Rusia lo argentino. En momentos del naciente Mercosur se instaló en Río Grande do Sul, que ya conocía, donde convivió con los gaúchos, y formó parte del intento de hacer de Cañuelas una ciudad gemela y de intercambio cultural con otra del sur de Brasil.

Además de sus destrezas como bailarín, Ronaldo Urruti fue recopilador de historias. Muchas de las cuales puede leerse en la sección bonaerense de la compilación Cuentos y leyendas populares que realizó Berta Vidal de Battini. También recitador y hacedor de versos, que merecerían publicarse como algo más que una exploración literaria:

Almacén, no queda una
en los campos de por ahí
se ha cerrado lo Garay,
Las Palmitas, La Fortuna,
Y cuanta pena da ¡ay juna!
El boliche de Jamardo,
Que hoy está para resguardo
De variadas alimañas:
Murciélagos, arañas
Y tapado por los cardos.



Documental de Cañuelas con participación destacada de Ronaldo Urruti


En 1997 Ronaldo Urruti donó las tierras de la Guardia del Juncal en Gobernador Udaondo a la Municipalidad de Cañuelas, que en 2006 la legislatura bonaerense las declaró Reserva Natural, a pesar de que siguen en estado de abandono.

Recientemente había sido entrevistado para el libro Gauchos y gaúchos de Guillermo David, realizado por la Biblioteca Nacional, que da cuenta de la supervivencia de una forma de vida en Argentina, Uruguay y sur de Brasil. Eso fue Ronaldo, un superviviente, de todas las maneras en que una persona puede serlo, porque lo hizo desde una cultura en su sentido máximo (el mínimo es el que nosotros usufructuamos, en un sentido estético, interesado, festivo). De ahí que el folklore estudie las supervivencias, según Carlos Vega.

Ronaldo contaba la anécdota de cómo lo conoció al gran musicólogo argentino. En un encuentro en Capital Federal, donde varias escuelas de folklore mostraban lo suyo, alguien le señaló a Carlos Vega la presencia de un cañuelense como él, “allá hay uno que dice ser su coterráneo”, le dijeron. Vega apenas inclinó la cabeza, lo ignoró olímpicamente. Los bailes se sucedieron y le tocó al grupo de Urruti, quizás un gato, una huella, un malambo, no sabemos. Finalizada la muestra, Vega se acercó sonriente con la mano extendida: “ahora sí, mi coterráneo”.

Foto: Christian Grosso.