Corre, limpia y baila: Caso Carrasco: fin de una era.
El 31 de agosto, pero de 1994, el asesinato del conscripto Omar Carrasco pondría en tela de juicio al Servicio Militar Obligatorio que hasta aquel entonces estaba vigente en nuestro país. A 15 días de haber ingresado en el Ejército y después de dos veces de haber ido a visitarlo y no encontrarlo, Francisco Carrasco hizo la denuncia por la desaparición de su hijo. En medio de la decadencia económica, todo Cutral Có buscaba a Omar. El pueblo petrolero empezaba a sentir los coletazos de la ola privatizadora del presidente Carlos Menem que en 1992 había decidido desprenderse de YPF.
Por Martín Aleandro
“¡Capitán!… Hay un cadáver…”. El 6 de abril de 1994 el cuerpo sin vida de Omar Carrasco aparece a 700 metros del cuartel. Su cuerpo estaba desfigurado y en estado de momificación, este proceso dio a entender que lo tuvieron escondido en algún lugar seco y oscuro, aseguraron los peritos de la causa. Con el torso desnudo y un pantalón militar varios talles más grandes, su ojo izquierdo reventado y señales de una gran golpiza en el pecho y costillas, yacía inerte en una zona que ya había sido rastrillada días atrás. A su lado una camisa manchada con sangre y su reloj dorado que se había detenido en una hora incierta y jamás volvería a ponerse en marcha. Carrasco tenía 19 años, vivía en Cutral Có y hacía 15 días había ingresado por número alto al Servicio Militar Obligatorio en Zapala.
La periodista Emilse Pizarro escribió en su momento: “Que no hubiese sido atacado por perros cimarrones mostraba que no había estado todo el tiempo donde lo encontraron. Que había sido vestido con premura cuando se decidió descartarlo, y por eso el pantalón le quedaba grande, no era suyo. Que Omar había estado desnudo y lo habían matado a golpes: costillas quebradas, un pulmón perforado y un ojo destrozado”. La prensa en esos días puso la lupa en este caso y todo el país estaba aterrorizado e indignado por lo que había sucedido puertas adentro de un cuartel en Zapala.
Pese a que el artículo 702 del Código de justicia militar decía que: “el militar que se exceda arbitrariamente en el ejercicio de sus funciones perjudicando a un inferior o que lo maltrate prevalido de su autoridad, será reprimido con sanción disciplinaria o con prisión», Carrasco fue “bailado” hasta matarlo. Este tipo de prácticas eran habituales, los conscriptos más antiguos, o de mayor grado ejercían poder sobre los recién ingresado o más débiles. El “corre”, “limpia” y “baila” era el abuso más común, la palabra “colimba” proviene de estas prácticas violentas, en las que se los hacía realizar ejercicios o actividades de rigor físico durante varias horas. Muchas veces terminaba con el agotamiento total de las víctimas, y en muchos casos (esto se comprobó luego de la investigación del caso Carrasco), con la muerte del conscripto. Desde que fue creado en 1977 y hasta la muerte de Omar Carrasco, en 1994, el Frente Opositor al Servicio Militar Obligatorio (Fosmo) contabilizaba 34 casos de soldados muertos o desaparecidos mientras cumplían el servicio militar. Esos eran los casos que habían tenido difusión en la prensa. La cifra, decían, era muchísimo mayor.
Esa fatídica jornada a Carrasco el subteniente Ignacio Canevaro lo bailó por lo menos durante 20 minutos o más. Dos conscriptos que habían ingresado unos meses antes y se sentían con privilegios, Víctor Salazar y Cristian Suárez, le ocultaron herramientas de trabajo con las que debía limpiar. Omar era blanco de bullying por su condición de “morochito y débil”. Ambos fueron los últimos que lo vieron con vida, a pocos días detenidos e incomunicados por la justicia militar que en un primer momento intentó ocultar el caso, o distraer las miradas.
La primera autopsia estableció que Omar Carrasco sucumbió por un brutal golpe en el pecho. La segunda encontró infinidad de datos que la refutaban. Pero no estaban en el cuerpo de Omar. La respuesta estaba en el hospital del cuartel donde había sido mal atendido, y luego ocultado hasta que decidieron arrojarlo para que aparezca el cadáver.
“Para cuando el médico legista de la Policía Federal, Alberto Brailovsky lo descubrió, el subteniente Ignacio Canevaro y sus dos soldados, Víctor Salazar y Cristian Suárez, ya habían sido condenados por la Justicia. El 31 de enero de 1996 Canevaro fue condenado a 15 años de prisión, Suárez y Víctor Salazar, a 10. También el sargento Carlos Sánchez, tres años por encubrimiento”, afirma Pizarro, periodista de Infobae.
El 31 de agosto de 1994, cinco meses después de que fuera encontrado el cuerpo de Omar Carrasco, el presidente Carlos Menem firmaba el decreto 1537 que daba de baja la conscripción. Terminaban así casi 100 años de “colimba”, el servicio que en 1902 había creado el ministro de guerra Pablo Riccheri durante la presidencia de Julio Argentino Roca.
En el año 2005 la causa por encubrimiento prescribió y los siete militares procesados fueron sobreseídos y dejados en libertad. Con recursos judiciales, el aparato militar trabó tanto el proceso judicial que nunca llegaron a realizarse las audiencias públicas.
En pleno goce de libertad, el subteniente Canevaro, publicó un libro en el que acusa a los médicos militares del hospital de ser los asesinos de Carrasco. También, en el 2009 le dijo al diario La Mañana de Neuquén: «Había un contexto donde se estaba dando el contrabando de armas, la explosión en la fábrica militar de Río Tercero, la caída de un helicóptero del Ejército en el Campo Argentino de Polo. Yo mismo entregué un cañón que no fue al grupo de artillería, sino que apareció en Croacia».
Para cerrar este breve repaso por nuestra historia, cabe destacar que los años noventa fueron un periodo atravesado por la gestión menemista que lo marcó, y esta es una lectura que podemos hacer desde el siglo XXI, con un tinte farandulesco de corrupción política y privatizaciones de empresas estatales dejando al país fuertemente endeudado y empobrecido.
Bibliografía:
WWW.infobae.diario, 03 de marzo, 2019
Distinto periódicos y noticieros de la época