Dani “La Chepi” Viaggiamari: “Tenemos que cagarnos en el otro, pero en el buen sentido”

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En el marco de su presentación en el Cine Teatro Cañuelas, la actriz, comediante e influencer se reunió con CañuelasYa para explicar lo que quiere comunicar con su unipersonal Vivila como querés.

La actriz, humorista y cantante Dani “La Chepi” Viaggiamari, conocida por los videos que publica en redes con su hija Isabela, se presenta a Cañuelas con su unipersonal Vivila como querés después de 2 años sin girar con un show debido a problemas de salud. En este singular show, La Chepi comparte con su público las vivencias hilarantes que atravesó con la maternidad, además de presentarle al público personajes- entre ellos, Mary Carmen, que la actriz define como “delirante”.

El unipersonal, dirigido por Federico Plaate y Noralih Gago, busca reflexionar desde el humor sobre las fastidiosas emociones que transitamos a diario, a partir de anécdotas propias y especialmente las que son compartidas por el público. Viaggiamari, que viene de grabar la serie de Cromañón y El Encargado junto a Francella (sobre quien compartió una anécdota), se reunió con CañuelasYa para conversar sobre su carrera y lo que significa “vivirla como querés”.

Normalmente te definen como influencer, pero vos, ¿cómo te definirías a vos misma?

Mi viejo siempre me decía “vos tenés que ser una cosa, ¿qué sos?” Y yo le decía, “papá, ¿cómo voy a ser una cosa?” Yo me autodefino de una de un montón de maneras. Hago monólogos, pero también soy cantante y actriz, y sí de golpe se me da por bailar flamenco en el escenario, es porque también soy bailarina. Entonces cuando mi viejo me decía eso yo le respondía: ¿por qué me tengo que definir? Ahí lo tenes a tu hijo para que se defina de contador, ¡yo no soy una sola cosa! Yo creo que los argentinos no tenemos una definición, todos somos todo. Lo que pasa es que como yo me hice popular desde MasterChef, me suelen presentar como influencer, y ahora estoy empezando a agarrar confianza para pedir que no lo hagan. De todas formas, no tiene nada malo: hasta los famosos influencian cuando venden un Pampers.

Termina siendo un término medio vago.

Sí, el influencer está como medio vapuleado. Es la piba o pibe que sube videítos de un minuto para hacer reír, pero- mirá, lo voy a explicar en palabras de un actor de primera línea querido por todo el país. Cuando grabé El Encargado con Guillermo Francella, él me dijo: “como los admiro a ustedes”, como si fuéramos una raza, ¿no? Y me explicó que, para él, los que laburan con las redes tienen que estar 24/7 pensando en que decir, cuidándolo sin guionistas, iluminadores ni cámaras más que las nuestras, y me dio sus respetos. Yo pensé que me estaba hablando irónicamente, pero me insiste: “en serio, Danielita, es un laburo realmente tedioso”. ¡Y es verdad! No es solo hacer reír a la gente, es hacerlos reflexionar desde el humor, subir publicidades que garpen, aunque sea para el nuevo producto “Cagarol”. Y a eso lo tenés que hacer llamativo vos, vos tenes que ponerte a flashar para que la gente se quede viendo tus videos.

¿Preferís hacer teatro o trabajar en redes y en tele?

En tele lamentablemente ya no se puede trabajar porque no hay ficción. Grabar series sería mi sueño. Cuando grabé Cromañón y El Encargado dije fua, mierda. No puedo creer que soy parte de este elencazo de primer nivel una historia que cambió al país por completo. También es muy fuerte que salga mi show en Amazon, cuando yo vivo consumiendo esos shows: los que están en esa plataforma somos Martín Bossi, Campi, y Grego Rosello. ¡No hay ni una mujer comediante! ¡Soy la única! Tendrían que ser todas minas para mí, porque son mucho más brillantes… Pero, de todas formas, yo me críe en el barrio Santa Rita en Boulogne, y soñaba con esto. Podés lograr todo a lo que te dediques, pero por supuesto, no todo… ojalá pudiera vivir de series, pero bueno.

Hace rato que no girabas, ¿no?

El año pasado había parado por las cosas que me pasaron, pero ahora arrancamos de nuevo. Parte del año pasado estuve yendo a Uruguay para grabar la serie de Cromañón que sale este año en diciembre, fue una locura, y también estuve grabando mi show para Amazon. Entonces era como un quilombo y dije, “no, chicos, me voy a volver a enfermar, vamos de a poco”. Pero bueno, esta gira la arrancamos con todo. Dije “bueno, mándale fecha, total, yo ya estoy medicada” (risas). Estoy con terapia. Estoy bien, tranquila, obviamente me alboroto, pero es un estrés lindo.

Claro, es más manejable ahora.

Sí, estoy acompañada por todos los que laburan conmigo. Bueno, estos productores son nuevos, pero ya arranqué diciendo que al primer estrés feo que tenga me rajo, así que me cuidan más, viste que los productores son bastantes explotadores… Por ahí les gustaría hacer de miércoles a domingo y tengo que decir “para, para, ¡yo soy madre!” Además, tengo las redes, estoy escribiendo un libro y armando un streaming; es mucho laburo. Ojalá tuviera una niñera y a mi tía para que me venga a cocinar todos los días, pero no. Tampoco me pienso volver loca, porque eso tiene un precio que es muy alto, y no lo quiero volver a pagar.

¿Qué queres compartir con este unipersonal?

Yo quería que la gente no se sienta sola. Primero por lo que estamos pasando: la risa obviamente no te va a quitar una deuda, una enfermedad o cualquier otra cosa, pero la gente me manda mensajes todos los shows sobre las situaciones difíciles que están pasando, y me cuentan que, por 1 hora y 40 minutos, pudieron reírse y llorar no por la angustia, sino por la emoción de saber que no están solos. Todo esto yo lo logro desde el humor, es muy placentero verlo, y me da felicidad hacerlo. Yo necesitaba esto, creo que la risa contagiosa cura, y está comprobado que es así. Pienso que, si mi viejo se hubiese reído un poquito más durante su vida, que fue depresiva y llena de problemas que se hacía por todo, la hubiese vivido mucho mejor. Te lo digo porque yo estuve internada desde que nací, tomarme las cosas con humor me salvo la vida.

¿Por qué se llama Vivila como querés?

Estamos en un momento muy violento, en el sentido que la gente se mete en la vida y en los cuerpos del otro, tanto en las redes como fuera de ellas. Incluso mi hija lo vive. Hay muchos allegados familiares que te tiran halagos, pero que tienen escondidos la intención de hacerte mierda. Hay mucha impunidad en hablar del otro, así que cuando yo lo planteo desde el humor, la gente lo agradece y me comparten sus anécdotas. La otra vez una chica contó que decidió no depilarse porque le duele y no quiere, y dijo: “ríanse, no me importa, pero háganlo conmigo que es distinto de reírse de mí”. Y yo dije, ¡muy bien! Pero empezó a contarnos las cosas que le decían en el colegio y en el laburo en verano; al principio nos reíamos, después nos dimos vuelta, nos miramos y dijimos: “chicos, no nos damos cuenta el daño que le hacemos al otro”. Pero hay que ir para adelante, que es lo que digo en el show: tenemos que cagarnos en el otro, pero en el buen sentido. Digan lo que digan, vivila como queres, sé vos mismo, anda por tus sueños sin pisar ninguna cabeza. Porque como subiste rápido, así mismo te caes, pero hay que darle para adelante. Se lo que cuesta, yo misma me caigo, lloro y me frustro, pero al otro día pienso que estoy respirando y que mi hija está sana.

¿Cuánto aporta el público a tus shows?

Un montón de temas salen del recuerdo, y eso hace que ningún monólogo salga igual a otro, porque el público agarra y te comparte cosas insólitas que les pasaron, pasa de todo. Yo digo que es como ir a un tenedor libre, es para todos los gustos. Lo que más me asombra es la cantidad de varones que van- y no estoy diciendo que la palabra del hombre sea más importante que la de la mujer, al contrario. (risas) Pero me sorprende porque a veces los hombres me bardean en redes por decir las cosas como son: soy una madre soltera, y lamentablemente hay muchísimos padres que no atienden a sus hijos, piensan que pasar una cuotita es estar ahí… Pero el teatro se llena de tipos, y a mí me pone contenta- ¡no por ellos, sino por la diversidad!

Hay mucho vínculo con la gente, entonces.

Sí, a veces mi directora, Noralih Gago que es una genia, me reta porque me quedo más tiempo hablando con la gente. Me paso de una 1 hora y 20 minutos a casi 2 horas, y los técnicos del teatro me matan, me miran con cara de “la puta que te parió, me quiero ir a mi casa”. Entonces yo llevó a la gente al hall para que sigamos charlando sin que se caguen de frío, y me cuentan cada cosa… Y ahí mismo empiezan a hablar entre ellos. Capaz que dicen “viste Mary Carmen, ¡que hija de puta que es, me hace acordar a mi abuela!” Y ese personaje es un delirio total, es espectacular que los lleve al recuerdo de una abuela.

¿Te pone feliz provocarle cosas así a la gente?

Yo soy una persona muy autoexigente, y eso me llevó a enfermarme. Pero el teatro es el único lugar donde no tengo que estar pendiente de cuantas vistas tengo, cuantos comentarios… pueden haber 500 o 200 personas, pero yo igual bajo y los felicito a ellos y al equipo. Me siento como Margarita Stolbizer cuando perdió y dijo “yo ya gané”. (risas) Escuchar reír a la gente hace que no me importe si me llevo 5000 pesos o 20, porque ya está, la gente se va feliz y contenta de haberse dado un gustito, y eso es lo que yo quería lograr.

Por Camila Corrales