De La Haya a Cañuelas: convirtió una broma familiar en un próspero negocio de campo y polo

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Se enamoró del caos y la informalidad de la Argentina. Fleur Van Andel, quien conoció Argentina a sus 17 años y en 2015, ya con tres hijos y casada con un argentino, decidió radicarse aquí en El Metejón.

(Jimena Barrionuevo PARA LA NACION) Nacida en La Haya, una ciudad ubicada en la costa del mar del Norte, en el oeste de los Países Bajos, donde vivió hasta sus cuatro años, Fleur Van Andel se asentó más adelante en Wassenaar, a pocos kilómetros de su lugar de origen. Y fue precisamente en sus años de adolescencia, luego de terminar la secundaria en Holanda y antes de empezar la universidad, que tuvo la oportunidad de pasar casi un año en Argentina. El objetivo era aprender castellano y hacer una experiencia. “Este fue el año donde me hice fanática del polo. Cuando volví a Holanda seguí jugando al polo con mi padre y mi hermano que ya jugaban a este apasionante deporte”.

A su vez, gracias al polo también conoció a Luis Duggan, su actual esposo que es argentino y con una historia vinculada a ese deporte que se remonta generaciones atrás porque es nieto de Luis Duggan, cuarto jugador argentino en la historia en alcanzar los 10 goles de hándicap y medallista olímpico. “Así que siempre tuve un vínculo emocional y pasional con la Argentina. Luego, de regreso en Holanda, cada vez que podía me escapaba a Argentina a visitar a Luis y jugar al polo. Después de que nos casamos vivimos varios años mitad en Argentina y mitad en Europa. O sea, siempre me atrajo Argentina por una u otra razón”.

Un metejón con Argentina

Pero en Argentina había algo más que atraía a los Van Andel, un lugar especial del que Harry, el padre de Fleur, se había enamorado. Harry había estudiado derecho y economía en la Universidad VU de Ámsterdam y obtenido un MBA en la Universidad de Harvard. Su carrera profesional comenzó en 1971 como Director del Grupo Kluwer, empresa editorial holandesa líder, para en 1976 dedicarse en forma independiente a trabajos de consultoría. Hacia 1984 comenzó a interesarse en el negocio de bienes raíces y se convirtió en uno de los principales accionistas de Landinvest, compañía de desarrollos inmobiliarios con base en Ámsterdam. Y años más tarde, había puesto el ojo en un lugar a pocos kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires donde, según afirmaba, ya se respiraba el espíritu del campo.

“Papá era una persona muy generosa. Disfrutaba al máximo su trabajo y su vida. No paraba nunca. Siempre estaba pensando en nuevos proyectos y desafíos. Y así fue que dio con aquel maravilloso lugar. Bromeábamos porque le decíamos que tenía un metejón con esas hectáreas de puro campo. Él estaba obsesionado con desarrollar un emprendimiento allí: decía que a pocos kilómetros de Buenos Aires ya te sentías en el campo. Afirmaba que ese era el lugar indicado para vivir y trabajar. Ese fue el comienzo de ´El Metejón´, un emprendimiento que es el mejor reflejo de la tenacidad de mi padre, su espíritu emprendedor y su amor por el campo argentino”.

No estaba equivocado. Ubicado en la localidad de Vicente Casares, el barrio se levanta en una zona estratégica sobre la autopista, a pocos minutos del centro de Cañuelas, Canning, el Aeropuerto Internacional de Ezeiza y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Tiene centros comerciales, supermercados, salud, educación y todos los servicios muy cerca. Linda con haras, campos y desarrollos urbanísticos de baja densidad que lo convierten, a su vez, en un lugar tranquilo y seguro.

Harry Van Andel lo soñó y quiso convertir su deseo en realidad. Entonces proyectó “El Metejón” para transformarlo en el lugar de sus sueños y en el de muchas familias. “Cuando conocí el predio entendí el amor de mi papá por aquel lugar. Desde que uno entra los sentidos se trasladan a una típica atmósfera de campo. El aroma a eucaliptus, el sonido del trote de los caballos, las frondosas arboledas, los caminos de conchilla, los peones, las construcciones de estilo campo y el espíritu de familia compartiendo en comunidad el amor por la naturaleza”.

Como complemento a la actividad que rodea al polo, y bajo el nombre de “El Metejón Polo Resort”, funciona un hotel boutique de 12 habitaciones que forma parte del desarrollo y alrededor del cual se organiza el turismo deportivo que recibe todos los años a jugadores de polo de todo el mundo que vienen a disfrutar de la temporada en nuestro país. El hotel ofrece un servicio personalizado, programas temáticos y todas las comodidades para los extranjeros que quieran vivir una experiencia de polo única.