Yamila Cafrune: voz de Mujer

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Cultura y sociedad / Entrevista a la cantante popular en el Día Internacional de la Muje

Nuestra voz femenina más importante toma partido en este 8M y plasma su pensamiento y lucha diaria por una sociedad más justa y equilibrada, y al mismo tiempo reivindica la organización y la impronta femenina en teste siglo tan controvertido.

Por Martín Aleandro

La canción folclórica tradicional goza de perfecta salud en la voz de Yamila Cafrune. Ella es como el cauce de un río que trae de tierra a dentro la profundidad del canto. La selección de su repertorio es una mirada joven a la tradición que en su sangre lleva. Eligió la ciudad de Cañuelas para vivir y el amor fue mutuo. Madre y cantante, Mujer que tiene dentro una pasión por la música que nos representa. En su voz: la vida misma.

Encontrarme con Yamila no fue tarea fácil. La agenda de la artista es ajustada y tuvimos varias idas y vueltas hasta logra tenerla frente a frente. Habíamos quedado que la entrevista sería en la Biblioteca Sarmiento, pero antes nos encontraríamos en un bar. Ella llegó justo a horario y cuando se sentó, me miro, y en su cara se dibujó una hermosa sonrisa. Ahí me di cuenta que sería una buen reportaje. En esta charla que la reconocida y querida cantante nos brindó para Cañuelas Ya, por un lado, plasma su lucha como mujer de este siglo y todo su amor por la música folclórica, y por otro, parte de su historia, y la relación que se fue generando con la gente de Cañuelas. 

Contanos cómo fue que descubriste la ciudad Cañuelas.

En realidad llegué sin querer, por esas casualidades de la vida. Estaba embarazada de mi hija Agustina, y con el papá teníamos pensado alejarnos de la Capital Federal y comenzar esta nueva etapa en otro lugar. El hombre que nos alquilaba la camioneta para las giras del espectáculo nos propuso la idea de visitar Cañuelas. En un principio nos parecía lejísimo, pero al recorrer la autopista todo cambió. No era tan lejos y el aire que se respira acá nos terminó de convencer. Pronto buscamos y conseguimos una casa muy linda. Así fue como nos vinimos a vivir a Cañuelas, y el centro de la ciudad lo conocí ya instalada en mi casa.

¿Cómo comenzó esa relación tan hermosa que tenés con la gente del pueblo?

Es mutua la cosa. Mirá, al comienzo me costó mucho entender que Cañuelas era mi pueblo (yo le digo pueblo cariñosamente), me sentía extraña, muy sola, lejos de las amistades de siempre. Acá no estaban ni mi mamá, ni mis hermanas…fue difícil en un principio. En muy poco tiempo me di cuenta me empezaba a rodear de gente maravillosa. Y hoy te puedo decir que hace 23 años que vivo acá, y nunca estuve sola, siempre estuve rodeada de personas hermosas. Después de la pandemia queda demostrado que realmente nos queremos, tanto la gente a mí, como yo quiero a la gente. Me siento como si fuera una NYC: nacida y criada en Cañuelas.

¿Qué relación encontrás entre Cañuelas y los pueblos del norte del país donde te criaste?

Cañuelas es un pueblo como los de las provincias del interior. Es una ciudad situada a 70km de la Capital, pero su idiosincrasia es de pueblo. En una oportunidad venía de dar un concierto a la madrugada, y veo que en un semáforo en rojo estaba detenido un muchacho con boina de a caballo, eso pasa en todos los pueblos. La gente te dice con mucho orgullo que puede dejar la bicicleta sin atar, o que se conocen entre todos y se saludan, y se ayudan, son solidarios. La tranquilidad que se respira es la tranquilidad de cualquier pueblo. Por eso a veces somos muy cuidadosos y no nos gusta que se pierda eso que es tan preciado. Acá te despierta el canto de los pájaros, en la ciudad te despierta la bocina o el motor de un colectivo.

¿Cómo proyectaste tu carrera artística al mudarte e instalarte en Cañuelas?  

Mucha gente te dice que Dios atiende en todos lados pero la sede la tiene en Capital, pero ahora con el avance de la tecnología te conectás con todo el mundo. En ese sentido yo sigo trabajando de la misma manera que antes. A veces los conciertos generan un movimiento un poco más complicado, sin embargo, nunca tuve problemas. La autopista nos comunica perfectamente y llegamos a todos lados a tiempo y en todos lados nos reciben. Mi carrera como cantante no se ha visto afectada por haberme venido a vivir a Cañuelas.

Musicalmente hablando, de los paisajes del norte a la llanura pampeana hay una gran diferencia. Acá predomina la música surera como representante de esta geografía. ¿Cómo te llevás con los artistas de este género tan particular?

Me encanta la música surera y la relación es buena. Yo venía muy ligada al folclore del norte del país, que es más festivalero y popular. Acá aprendí a respetar a las cantantes y los artistas de música surera. Sobre todo a los payadores que son todos de la Provincia de Buenos Aires. En mis programas en Radio Nacional siempre pongo música de la Pampa Húmeda. Y como digo siempre, que soy mal criada en todos lados, en mi repertorio hay bailecitos, chacareras, zambas, cuecas, milongas, chamamé. Para que no pidan un género en particular los toco todos y listo, felices los unos y los otros. Pero bueno, fue buena la pregunta, porque cuando me vine a vivir a Cañuelas me acerqué más a la música surera, y obviamente se generó una relación distinta. Tuve el placer de conocer a Omar Moreno Palacios y de su mano conocer otros grandes. Carlos Loray también ha sabido ser mi guía y amigo en estos pagos.

La milonga es una canción muy profunda. Que casi casi que uno la canta para uno mismo. Con una voz suave estás contando una historia. La guitarra va como susurrando una basecita tímida que permite que la voz se destaque sin esfuerzo. Estas contando un amor, un irte del pago, un desencuentro o un encuentro. No es necesario gritar, es necesario decir y transmitir en cada palabra. El sentimiento está latiendo entre las primas y las bordonas como el corazón en el pecho. Es un cuento cantado, la milonga.