El “Grandote” Nesprías, el gigante del pueblo.

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A raíz de la lamentable pérdida del expiloto de TC Juan Carlos Nesprías, recordamos su camino, sus pasiones, y el amor que supo despertar en los corazones cañuelenses.

El pasado miércoles 11 falleció Juan Carlos “el Grandote” Nesprías, expiloto de Turismo Carretera, bombero voluntario y tallerista de autos cañuelense, a causa de complicaciones surgidas por una infección renal y un cuadro cardíaco tras haber estado internado durante una semana en la Clínica Monte Grande. Nesprías, quien fue despedido por una gran multitud con mucho cariño, ciertamente dejo su marca en el mundo del TC: la prueba es su aún vigente record de velocidad de 257 km/h de promedio y 306 de velocidad final alcanzado el 7 de diciembre de 1986.

El Grandote Nesprías nació el 16 de agosto de 1950, y ya a los 18 años se dedicaba a trabajar en mecánica automotriz: de hecho, cuando inició su carrera como corredor en la categoría zonal Limitada 27, lo hizo con un auto armado por el mismo. Para 1978 corría en el TC Roqueperense, donde fue campeón, y ya en 1985 debutó en Turismo Carretera haciéndose del primer lugar en su primera experiencia en la categoría.

Aunque finalmente se retiró de las pistas en la temporada 1994/95, su pasión por los fierros difícilmente terminó ahí. Hasta que su salud se lo permitió, Nesprías se dedicó plenamente a trabajar en su taller mecánico en Hipólito Yrigoyen 550, donde se desempeñaba desde 1980. En su oficio, el Grandote empleaba el mismo ingenio que lo llevo a hacer cosas fantásticas con sus icónicos Dodge y Ford que supieron recorrer las pistas bonaerenses por años, y la templanza necesaria para saber que necesitaba cada cliente.

Además, Nesprías supo mantener el respeto de sus colegas a lo largo de los años como hombre de consultas de la Asociación de Corredores de Turismo Carretera (ACTC), principalmente en lo referido a seguridad de circuitos (cuando las rutas todavía eran el lugar en el cual se disputaban las carreras) y reglamentaciones para favorecer a los pilotos. Sus contemporáneos lo consideraban un piloto pulcro y prudente que superaba las condiciones con las cuales contaba, tanto técnicas como económicas.

No cabe duda: para Cañuelas, el Grandote era un héroe que había logrado construirse a sí mismo desde abajo. En las palabras manifestadas por el municipio a raíz de su fallecimiento: “Corrió con Dodge y Ford y se ganó el respeto y admiración de los amantes del automovilismo, siendo uno de los deportistas más reconocidos de toda la historia de Cañuelas”. Aún hoy, debe haber quien recuerde aquella caravana que lo recibió victorioso el día que se coronó con su record en el Gran Premio de La Pampa, ya casi 40 años atrás. Ese era Juan Carlos Nesprías, amante de los fierros, y amado por su pueblo.

Por Camila Corrales