Fuerte repudio al atentado, aunque hubo algunas tibiezas.

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El atentado a Cristina Kirchner dejó al desnudo quién es quién y qué esconde su pensamiento. Tanto en el ámbito nacional como en el local, se escucharon diferentes voces, con mayor o menor intensidad en el parámetro de repudio a semejante barbarie.

Los más entusiastas y acólitos, sintieron una enorme tristeza por el solo pensar si la tragedia se hubiera producido. Luego estuvieron los que el repudio se extendía hacia el rechazo de un ataque a la democracia. Más de uno, a regañadientes y para la foto, se rasgaron las vestiduras frente a las cámaras por el ataque a la vicepresidenta de la Nación.

También hubo algunos desquiciados comentarios donde se ponía en duda la veracidad del atentado como si a CFK,le gustaría o necesitaría ese tipo de atentados, pero a pesar de estas disonancias , quedó claro el repudio generalizado del conjunto político social de nuestra comunidad. En forma individual, se pudieron apreciar las diferentes posturas a través de las palabras de los protagonistas, y eso dejó en claro, quién es quién y en qué vereda se queda, cuando el odio se expresa en su forma más brutal.

Es así que desde la vereda de la luz, y del compromiso fueron ejemplo las palabras del administrador de Vialidad, Gustavo Arrieta, quien en línea con el gobierno Nacional inscribió el hecho como el resultado de una “corriente” de odio. En el mismo tono, Marisa Fassi, expresó: “Toda mi solidaridad con nuestra vicepresidenta @CFKArgentina. Lo ocurrido fue un atentado a la democracia. Repudiamos este hecho gravísimo.

El amor siempre triunfa.” Desde una posición intermedia, y de manera loable con la democracia, el presidente de la bancada de Juntos Leonardo Iturmendi señaló sobre la medianoche: “Es gravísimo, repudiable y preocupante lo que acaba de pasar con la Vicepresidenta de la Nación. El camino siempre es la Paz, cuidemos la Democracia, no son tolerables acciones de este tipo”. Por último, haciendo reflejo al pensamiento más extremista de la derecha, y en consonancia con su jefa política, el ex concejal Carlos Álvarez, condenó lo ocurrido pero a medias tintas, haciendo hincapié en otros aspectos del hecho, como por ejemplo, sobre las fallas de la custodia. Luego existe el silencio de otros que prefirieron el silencio y no emitir palabra ni declaración tanto por el ataque a la democracia ni de solidaridad con la persona que sufre un ataque. Para el derecho penal, hay circunstancias que exigen el deber de hacer, y donde la omisión pasa a ser delito. La historia sabrá dónde colocar a estos personajes que omitieron luchar por la democracia.