Historias Reales: La curandera del amor.

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Las zonas rurales tienen una riqueza extraordinaria en relatos maravillosos. El pensamiento mágico-religioso convive con la ciencia de forma natural. La medicina tradicional: uso de yerbas y prácticas curativas que vienen de nuestros ancestros, son moneda corriente a la hora de tratar algún mal. En el barrio Los Aromos la consulta a las curanderas son muy frecuentes. Aquí es donde surge nuestra historia de Amor, Mentiras y Magia… 

Por Martín Aleandro

Desde el principio de los tiempos la medicina se relaciona con la hechicería. La inacabable búsqueda de alejarse de la muerte, o curar el malestar físico o amoroso condujo a la humanidad al encuentro con los dioses y no tan dioses. Mientras la religión comenzaba a dar respuestas milagrosas, el rezo y la oración eran la forma de hacer el pedido que traería salud a un enfermo, o prosperidad en la siembra o el embarazo deseado. El pensamiento mágico fue el motor de la Historia, ya que, a través del mismo, se impulsó la reflexión filosófica que luego le dio lugar a la Ciencia.

Este modo de ver la vida, en un principio relacionado a los designios Divinos y posteriormente aplicando métodos lógicos y racionales, convive hoy en día en nuestra sociedad y en el mundo. Un claro ejemplo es cuando se solicita una “cadena de oración” para pedirle a Dios por la salud de un ser querido en estado de gravedad. Normalmente este reclamo en las Redes Sociales para que la población ore en simultáneo es cuando la Ciencia, los diagnósticos de doctores especialistas no estarían dando resultado. Es en esta instancia donde se activa el pensamiento mágico y la metafísica goza de plena salud. Por ende podemos afirmar con toda seguridad que ambas visiones conviven en plena armonía en el siglo XXI: médicos, curanderas, brujos, dioses y demonios viajan en el mismo bondi.

Las cuestiones relacionadas al corazón también tienen una “cura” divina, y si la consulta cae en “buenas” manos el lazo se cierra para siempre. María Marta del barrio Los Aromos me contó esta rara historia de amor (los nombres están alterados por pedido de la vecina). No sucedió hace mucho tiempo y aún hoy perdura el “extraño amarre”. Luciano creía que estaba perdiendo a Catalina, lo sentía en la más profundo de su ser. Las relaciones sexuales se iban enfriando poco a poco y el interés de ella ya no era el mismo. Luciano intuía que Catalina le estaba siendo infiel y pronto la perdería para siempre. Aquí es donde aparece Doña Milagros, la curandera del amor. Calle de tierra, ruda hembra en puerta, casa al fondo (adelante vive su cuñada), pasillo angosto, cortina roja al entrar a la cocina, y otra cortina con brillos dorados que conduce a su oficina.

Luciano la visitó una tarde y su vida cambió para siempre. Doña Milagros lo hizo pasar y escuchó atenta e iluminada por las velas el relato y las dudas del joven. Luego comenzó a explicarle cómo funciona la magia roja, y qué debería hacer para atraer a su cama y a su vida a Catalina. Debía conseguir un jabón azul de lavar ropa, cortarlo en siete pedazos (uno para cada día de la semana), y bañarse de la cabeza a los pies diciendo las palabras mágicas. Luego mezclar agua con miel en una botella y batir fuertemente repitiendo las palabras. Volverse a bañar con esa agua de miel. Encender una vela roja con forma de vagina, y otra con forma de miembro masculino. Rociar sobre la llama su perfume personal, y otro que usara la mujer deseada. Las velas debían estar juntas para que al derretirse se fundieran y quedaran unidas en una misma cera. Los pedazos del jabón azul los tuvo que arrojar hacia atrás, hacia su espalda, diciendo otras palabras mágicas en una calle lejana. Catalina al poco tiempo lo dejó y se juntó con Rubén, que era su amante de siempre. Doña Milagros le explicó que quizá a Catalina le habían hecho un “trabajo” muy fuerte, y que magia contra magia era difícil. Tenía que hacer otra consulta e iban a probar un gualicho más potente. Luciano y Catalina no se vieron nunca más.