Las primeras “Pitufas”

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En 1984, el Municipio decidió por primera vez contratar mujeres para hacer las tareas de limpieza en la vía pública. Y la decisión estuvo acompañada de mucha polémica. Utilizaban guardapolvo y una cofia celeste, por lo que se ganaron el mote de pitufas. Quienes fueron las primeras mujeres barrenderas.

 

La creatividad y el ingenio se agudizan en tiempos de crisis. Y los argentinos estamos acostumbrados a tratar de sobrevivir cada vez que enfrentamos una época difícil.

Por eso, cuando aparecieron las primeras mujeres barriendo las calles, necesitadas de un ingreso para colaborar con los gastos de hogar algunas, y obligadas a mantener con su salario a sus hijos, otras; honradas por un trabajo, favorecidas por una obra social, responsables y cumplidoras, muchos hombres pusieron el grito en el cielo.

No por egoístas ni discriminadores, sino simplemente porque les parecía que no era un trabajo para mujeres… siempre lo habían resuelto los hombres.

Se había creado un nuevo puesto de trabajo.

Por supuesto que se cambiaron los enormes y pesados cepillos por otros más livianos, se implementaron carritos más cómodos y llevaderos, se cambiaron los horarios para que no salieran tan de madrugada y se les permitió trabajar en grupos.

Prolijamente acomodaban las bolsas al lado de las veredas. Por su buen desempeño se fueron ganando el respeto y el cariño de la población.

Las tareas pesadas de recolección de bolsas estuvieron siempre a cargo de hombres.

Un trabajo no tan sencillo, pero no más difícil o duro que cualquier otro. Enfermeras, choferes de camiones, taxistas, policías y soldados. Al fin y al cabo, hoy la mujer se desempeña en casi todas las tareas posibles, con esmero y constancia.

¿Y por qué “pitufas”? Este fue un apodo cariñoso que se les dio a las chicas por el atuendo de color con el que realizaban sus tareas y la graciosa cofia que venía con el uniforme.

Estas son algunas de las chicas que en el año 1984 recorrieron nuestra ciudad: Amalia, Liliana Arrieta, Amelia, Mónica Suárez, Inés López, Lita Góngora, Alicia Ponce, Nora Frías, Juana Nochetti, Nélida, Susana Graciarena.

Desde entonces, muchas otras han trabajado y siguen trabajando en el servicio de barrido municipal. Claro que los tiempos, las herramientas y los uniformes han cambiado, y también se perdió el apodo cariñoso.